El viernes pasado, en la puerta de los juzgados penales de Cartagena, ocurrió un hecho que encapsula la degradación de la humanidad. Dos hombres, cegados por una discusión insulsa, se enfrentaron con puñales en una reyerta que culminó en un acto atroz. Un tercero, apareció raudo y decidido, empuñando la mismísima espada de su especial justicia y, sin razón aparente más que la sed de violencia, atacó a uno de los contendientes por la espalda, dejándolo a merced de su rival, quien lo remató en el suelo. Esta escena que se repite día tras día refleja la sociedad de odios y la falta de empatía que anida en nuestros corazones.

Este acto de barbarie no sucedió en un callejón oscuro ni en una esquina desolada, sino........

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