El comienzo

Nadie debería jactarse por anticipar lo que era estrictamente previsible: el último año de gobierno de López Obrador será –ya está siendo– como se esperaba, con más violencia, más escandalos de corrupción, más cerrazón y la inquebrantable determinación del poder presidencial de tomar y aniquilar los organismos autónomos y destruir el precario contrapeso que todavía representa (al menos en parte) el Legislativo y el Poder Judicial.

Sólo la increíble capacidad apologética de un puñado de caricaturistas y “periodistas” habilitados en el oficio de la lisonja por la misma Presidencia de la República, insiste en ocultar el desastre en marcha. Pero los acontecimientos se empiezan a precipitar de tal forma que se hace muy difícil negarlos.

Pueblos, regiones y estados enteros del país padecen, como nunca, la presencia del crimen organizado; los asesinatos, secuestros y extorsiones van al alza; los llamados de auxilio de los pobladores no encuentran otra respuesta que la de los propios delincuentes, que aumentan sus represalias cuando descubren que los ciudadanos piden ayuda.

La prensa que........

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