En medio de preocupantes choques institucionales entre la Rama Judicial y el altisonante gobierno petrista, se avizoran nubarrones en el plano macrofinanciero de Colombia. De una parte, la economía ha continuado enfriándose por congelamiento de la inversión productiva, ahora representando solo 18 % del PIB frente al 24 % ocho años atrás. Esto devela el fracaso de Petro a la hora de hacer un obligado tránsito de exagerados impulsos a la demanda (2020-2022) hacia el apalancamiento productivo de la inversión (2023-2024).
El resultado ha sido un desplome del crecimiento del PIB real del 9 % anual observado en 2021-2022 hacia solo 1 % anual en 2023-2024. Y, aun sin los daños de la reforma laboral, el desempleo estaría elevándose del 10 % en promedio anual en 2023 hacia 11 % en 2024 debido a dicha desaceleración económica.
Ya hemos dicho que el Banco de la República podría estar contribuyendo a aliviar tal situación si estuviera reduciendo más rápidamente su tasa repo, y seguramente así lo hará en su próxima reunión, ojalá llevándola hacia 12 % (-125 pbs frente a su pico de fin de 2023). Pero esto olvida que el principal lastre proviene de los reiterados ataques gubernamentales a las alianzas público-privadas en la provisión de bienes y servicios (incluyendo el sector de la salud, hidrocarburos e infraestructura). Aparentemente este fue el ‘florero de Llorente’ que llevó al despido de González del DNP, pues Petro quedó envenenado con su invitación a los gremios a unirse a la recuperación de la inversión y a las nuevas autoridades territoriales, las cuales han dejado de formar parte del coro petrista anti sector privado.
Y, de otra parte, asistimos a un preocupante deterioro de la posición fiscal de Colombia. Esto ha suscitado atinados llamados de las calificadoras de riesgo para que el Ministerio de Hacienda (MHCP) contenga y focalice mejor el gasto público, sabiéndose que el recaudo se quedó corto en 1 % del PIB ($ 15 billones en 2023), no obstante haber crecido un irrepetible 12 % real. Luego la paradoja es mayúscula: en el mismo año en que se desploma la inversión privada, el Gobierno procede a gastarse el recaudo adicional en funciones operativas y de subsidios que empiezan a rayar en puro populismo.
El detalle del Plan Financiero del MHCP (2024) ilustra cómo el déficit fiscal se estaría ampliando de 4,3 % del PIB en 2023 hacia 5,3 % en 2024, añadiendo casi $ 15 billones de deterioro respecto de la Ley de Presupuesto. Y la dinámica de la deuda continuará deteriorándose al pasar el balance primario (antes de intereses) de -0,3 % del PIB a casi -1 %, en vez del +0,2 % que se había pensado meses atrás.
Como resultado de un balance primario insuficiente, la relación deuda bruta/PIB estará deteriorándose del 54 % hacia el 57 %. Esto no obstante el favorable efecto contable que le genera a las cuentas del Gobierno la licuación de la deuda pública a manos de una inflación que, por cuarto año consecutivo (2021-2024), estaría más que duplicando la meta de largo plazo del 3 % anual.
Atrás han quedado las excusas de socios comerciales que no crecían, pues (el principal) Estados Unidos aceleró su crecimiento del 1,5 % hacia 2,5 % a lo largo del 2023 y seguramente estará repitiendo una saludable expansión del 2 % en su PIB real en este 2024. Y, sin embargo, nuestras exportaciones totales cayeron (en dólares) cerca de un 12 % en 2023, señal de un preocupante estancamiento exportador, en medio de favorables términos de intercambio. Por ejemplo, el precio del petróleo promedió el buen registro de US$ 82 el barril Brent y, sin embargo, la producción se estaría reduciendo en 3 % en 2024, lo cual torna muy complejo continuar reduciendo la abultada brecha externa (cercana a los US$ 15.000 millones/año). Así que, como se ve, la falta de buena gestión petrista hace agua en todos los frentes, institucionales y socio-económicos. La mejor forma de irnos preparando para recibir un mejor gobierno, a dos años vista, es ir estructurando esos proyectos que hoy se tienen en el congelador.
SERGIO CLAVIJO
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En medio de preocupantes choques institucionales entre la Rama Judicial y el altisonante gobierno petrista, se avizoran nubarrones en el plano macrofinanciero de Colombia. De una parte, la economía ha continuado enfriándose por congelamiento de la inversión productiva, ahora representando solo 18 % del PIB frente al 24 % ocho años atrás. Esto devela el fracaso de Petro a la hora de hacer un obligado tránsito de exagerados impulsos a la demanda (2020-2022) hacia el apalancamiento productivo de la inversión (2023-2024).
El resultado ha sido un desplome del crecimiento del PIB real del 9 % anual observado en 2021-2022 hacia solo 1 % anual en 2023-2024. Y, aun sin los daños de la reforma laboral, el desempleo estaría elevándose del 10 % en promedio anual en 2023 hacia 11 % en 2024 debido a dicha desaceleración económica.
Ya hemos dicho que el Banco de la República podría estar contribuyendo a aliviar tal situación si estuviera reduciendo más rápidamente su tasa repo, y seguramente así lo hará en su próxima reunión,........