Hay días en los que uno se rinde y siente compasión por todo el mundo. Debería ser así de lunes a domingo, supongo, pero no es nada fácil recobrar la humanidad entre el vértigo diario de la era del vértigo. ¿Por qué lo digo? Por una serie de eventos, de principios de esta semana, que duró unas horas nomás: el senador Uribe Turbay sospecha, en el lanzamiento de su campaña presidencial, que "quien hoy gobierna va a querer robarse las elecciones"; el presidente Petro le suelta, en su cuenta de X, el refrán "el ladrón juzga por su condición"; el senador visita con su valerosa hermana los parajes del Valle de Aburrá donde su madre –la periodista Diana Turbay– viajó del secuestro a la muerte; el presidente, que amenaza con ir "hasta donde diga el pueblo", celebra una encuesta favorable con las palabras "así volvemos a ganar". Y uno se rinde y siente compasión porque nada aquí tiene sentido. Conforme a los criterios de
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