Dudo que estemos viviendo una decadencia porque dudo que hayamos vivido un esplendor. Y, sin embargo, el prócer que dijo “de lo sublime a lo ridículo hay solo un paso” vaticinó estos días paródicos. Uno se queda sin adjetivos publicables cuando ve al expresidente Duque vuelto un DJ que ameniza no sé qué fiesta con un reguetón que dice “mami, yo me siento tuyo”, y se rinde cuando lee esos trinos maniacos en varios idiomas que piden auxilio al progresismo internacional, en caso de un setentero golpe de Estado, firmados en plena “ocasión única y febril” por un tal Gustavo Berto Orrego, y da con la palabra “grotesco” cuando ve las fotos de las placas falaces que le atribuyen al fiscal saliente una serie de logros ajenos, y entonces se pregunta si esto de vivir hiperconectados e hiperactivos está trastornando aún más a los líderes, y ya no es un chiste hablar de “gobierno de la ansiedad”, sí, de “patocracia”.
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Quienes tengan el........