Felipe
Dijo el librero de libreros don Felipe Ossa, en un mensaje risueño que me acabo de encontrar, que vivir le parecía un pretexto para leer. Uno viene al mundo a dar con La isla del tesoro y a ver todos los mundos del mundo en El Aleph. Y con suerte, cuando muera, habrá sido todo lo que Ossa alcanzó a ser: un niño que conoció el amor correspondido en la biblioteca de su padre, un hombre de letras hecho para la amistad, un enamorado que logró heredar sus ganas de vivir, un viejo vital hasta la última charla, un mamador de gallo, alérgico a la solemnidad, que sabía reírse de las ínfulas y los ceños fruncidos de la cultura, y un lector voraz de todo –de cómics, de novelas del siglo XIX, de revistas, de películas, de enigmas– que jamás era un esnob, y era entonces un maestro de lectores y libreros y escritores: “Cuente conmigo”, termina el mensaje que digo. Conforme a los criterios de
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