Tantas razones y sinrazones pueden esconderse detrás de la guerra: nacionalismo, honor, ignorancia, justicia, ideologías, creencias, inseguridad, miedo, discriminación. Complejidades que se entrelazan apretadas, fundidas, cegando rutas y oxígeno para desatar la maraña entre lo sensato y lo absurdo. Cuando observo algunos conflictos internacionales en curso, y trato de entender lo complicado de las raíces de su guerra, me pregunto si el reto colombiano es más simple y a veces creo que sí. Entonces entra una duda: ¿por qué, al menos, no podemos ponernos de acuerdo en un solo punto: proteger la vida?