Triste epílogo

La orden de enviar a la cárcel a los exministros Ricardo Bonilla y Luis Fernando Velasco no es un episodio más del inagotable inventario judicial colombiano. Es, más bien, el epílogo –aún inconcluso– de una cadena de corrupción de una gravedad excepcional, que hoy tiene a dos prófugos de alto nivel, uno de ellos retratado bailando en Nicaragua, y a dos expresidentes del Senado y de la Cámara privados de la libertad. Un cuadro de semejante impacto no se veía desde hace muchos años y dice mucho, demasiado, sobre el deterioro ético e institucional que atraviesa al Gobierno. Dicho lo anterior, conviene subrayar que no se trata de una discusión menor ni de una diferencia interpretativa. La Fiscalía General ha sido categórica al describir un entramado organizado, reiterado y consciente, orientado a instrumentalizar entidades claves del Estado........

© El Tiempo