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'Gaua': ¿Federici a la hoguera?

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21.12.2025

¿Se puede filmar una buena película, interesante o entretenida, que al mismo tiempo sea estúpida y aberrante? Se puede, e incluso, con esfuerzo y dedicación, llegar a alumbrar verdaderas obras maestras…

Paul Urkijo, mirlo blanco del fantástico vasco apuntaba maneras en Errementari, se consagró en euskoexploitation con Irati y, al parecer, ha alcanzado el olimpo de Mari con su reciente Gaua, dedicada a la brujería vasca; una película de fantasía más que de terror, carne de cañón de Sitges, que explora el universo mitológico del piadoso Padre Barandiaran, con una fórmula supuestamente magistral que aúna etnografía vasca y guiño feminista.

Muchos espectadores, y posiblemente espectadoras, la contemplarán con regocijo y asombro, admirando su diseño de producción, por las cuidadas escenografías de los antiguos caseríos y el estilismo vernáculo de trajes y fálicos tocados o burukoak; quizá por las veteranas actrices de Vaya semanita transfiguradas en simpáticas sorgiñak enganchadas al patxaran, bien acompañadas de jóvenes promesas (Yune Nogueiras, Erika Olaizola); acaso por el ingenioso guion de metacuentos trenzados a lo Rashomon y, especialmente, por su empoderante visión feminista de la brujería vasca… Pero, ay, Gaua está sembrada de minas ocultas que en la noche oscura del cine vasco pueden hacer explosionar la ficción más luminosa. Veamos algunos ejemplos, más o menos curiosos.

Algunos detalles etnográficos, pese al cuidado general, resultan torpemente erróneos: Kattalin, la protagonista, pretende envenenar a su marido con un caldo de Amanita Muscaria, la matamoscas, la típica seta de los enanitos, de sombrero rojo con puntos blancos, tóxica pero no mortal, como sí lo es la Amanita Phalloides, de sombrero verde oliva, que puede confundirse con otras setas comestibles. Y, significativa nota al margen: se ha pasado por alto que en el cementerio fake filmado en la necróplis de Argiñeta, sí hay una enigmática Amanita Muscaria (también poderoso enteógeno), tallada en el reverso de una estela.

En lo histórico no le van a la zaga. El motor de la trama es el descubrimiento por parte del mítico cura Mateo Txistu, de la ‘infidelidad’ lésbica de la protagonista, como singular pecado nefando que escandaliza al pueblo. Cuando todavía en el siglo XVII el sexo entre mujeres (leemos en el reciente ensayo La caza de brujas en Pamplona, de Leire San Martín Marcos) no era considerado como relevante, apenas una........

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