“Por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad…hay que desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo”. (Frantz Fanon, Los condenados de la Tierra)
El pensamiento dinámico y revolucionario de Frantz Fanon, siempre centrado en la creación, en el movimiento y el devenir, sigue siendo profético, vivaz, inspirador, de un análisis profundo y una moral comprometida con la desalienación y la emancipación de todas las formas de opresión. Fanon argumentaba firme y convincentemente a favor de un camino hacia el futuro en el que la humanidad “avance un paso más” y rompa con el mundo del colonialismo y el molde del “universalismo” europeo. Representaba la maduración de la conciencia anticolonial y era un pensador decolonial por excelencia. Como la verdadera encarnación del intelectual comprometido, Fanon transformó el debate sobre la raza, el colonialismo, el imperialismo, la otredad y lo que significa que un ser humano oprima a otro.
A pesar de su corta vida (murió de leucemia a los 36 años), el pensamiento de Fanon es muy rico y su obra prolífica: abarca libros, artículos científicos y periodísticos, y discursos. Escribió su primer libro, Piel negra, máscaras blancas, dos años antes de la batalla de Dien Bien Phu en Vietnam (1954), y su último libro, el famoso Los condenados de la Tierra, una obra canónica sobre la lucha anticolonialista y tercermundista, fue publicado un año antes de la independencia de Argelia (1962), durante el periodo de descolonización africana. En su trayectoria y a lo largo de su obra se observan interacciones entre la comunidad negra de los Estados Unidos y África, entre los intelectuales y los militantes, entre el pensamiento o la teoría y la acción o la práctica, entre el idealismo y el pragmatismo, entre el análisis individual y los movimientos colectivos, entre la vida psicológica (era psiquiatra de formación) y la lucha física, entre el nacionalismo y el panafricanismo y, por último, entre las cuestiones del colonialismo y las del neocolonialismo.
No resulta sorprendente ni casual que estemos siendo testigos de un interés renovado en Fanon y sus ideas desde los ataques de Hamas el 7 de octubre contra la entidad sionista y la colonia ocupacionista de Israel, y el subsiguiente genocidio de los palestinos. Sin lugar a dudas, su análisis y su pensamiento siguen siendo extremadamente pertinentes y esclarecedores, debido a la persistencia del colonialismo (que analizó) y sus diversas formas, desde el colonialismo de colonos en Palestina hasta el neocolonialismo en diferentes partes del Sur global. Sin embargo, parte de este interés renovado en Fanon —especialmente en relación con la situación en Palestina— sucumbe a las críticas simplistas y erróneas y a las interpretaciones insidiosas de su obra que tienden a distorsionarla y desvincularla de su praxis anticolonial y revolucionaria, así como de su compromiso inquebrantable con la liberación de los condenados de la tierra. Estos esfuerzos supuestamente “críticos” no pueden disociarse de los ataques más amplios contra el derecho de los palestinos de resistir el colonialismo por todos los medios necesarios y la actitud despectiva hacia las personas que expresan una firme solidaridad con su resistencia y su lucha por la liberación. En algunos casos, se trata de racismo haciéndose pasar por discurso intelectual.
Este no es un fenómeno nuevo: hay muchas interpretaciones reduccionistas de Fanon, interpretaciones que eliminan la dimensión histórica/política o la dimensión filosófica/psicológica, en función de los imperativos sociales del momento. Fanon era un pensador político, un militante revolucionario, un psiquiatra, y todos estos aspectos de su vida formaban una unidad coherente, dialéctica, que se complementaban y enriquecían entre sí. Su proyecto consistía, en definitiva, en combatir la alienación en todas sus formas: social, cultural, política y psicológica. Fanon vivió una vida de........