Desde la cocina, llegan algunos ruidos que, aun siendo tímidos, me despiertan del letargo. No me molestan, al contrario, me sanan. Escucho cómo se abre la puerta de un armario, y temo por los táperes que siempre están a punto de caer; oigo el sonido de una taza chocando contra otra y el zumbido del microondas, que es nuevo y está muy blanco, pero hace el mismo ruido de insecto amenazante que el primero que pusieron mis padres en la casa familiar cuando yo tenía 13 años.
Me imagino la cocina de mi piso de alquiler limpia y recogida, los azulejos del suelo relucientes y el cubo de la basura casi vacío porque anoche sacamos una bolsa de desperdicio cargada hasta los topes y no ha dado tiempo a generar más. El pasillo también está barrido y el comedor despejado, pero yo sigo en la cama, medio........