El turista 89.999.999

El turismo extranjero ya se vio como la gallina de los huevos de oro durante el franquismo. El régimen, ávido de divisas pero muy reticente y precavido con todo lo que venía de fuera y podía erosionar la estricta moral nacional-católica, no dudo en ofrecer sol y playa a las generaciones de trabajadores europeos que gracias al estado de bienestar ya gozaban de un nivel de consumo envidiable para cualquier familia obrera española.

Se imponía abrir un poco la mano y que bikinis y sombrillas inundaran Torremolinos, Benidorm y Mallorca, arriesgándose a que la moda, la música y las ideas que reinaban entre la juventud de los países situados más allá de los Pirineos acabara contagiando a la sociedad española, que aún no se había despertado de la pesadilla represiva.

Se utilizaron los medios publicitarios de la época para vender en esos mercados del norte todos los encantos del país: clima, gastronomía, folclore, simpatía de sus gentes, etc. Pero también las mentes más preclaras del régimen inventaron algún método nuevo para atraer visitantes. Entre las ideas más exitosas estuvo la de convocar........

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