En defensa de la educación pública: jornada partida y más

Igual que cuando se debate de impuestos, la pregunta no es si subir o bajar, sino a quién, cuando se habla de modelos educativos la pregunta no es cuál, sino para qué, es decir, qué queremos conseguir con un modelo o con otro. Esta pregunta es también aplicable al eterno debate sobre la jornada continua y partida.

Hasta ahora, por desgracia, el debate sobre la jornada escolar ha girado no en para qué es mejor una jornada u otra, sino para quién es mejor. Durante años la discusión se había estancado en posturas enfrentadas entre quienes defendían uno u otro modelo en nombre del mejor desempeño educativo. No obstante, sucesivos estudios vinieron a demostrar que no había evidencia suficiente para concluir que una u otra jornada era mejor para el alumnado. Resuelta esta disputa, y no pudiendo reclamarse ninguna de las opciones como defensora del interés general educativo, entró en disputa si el tipo de jornada era un problema de conciliación de las familias o de derechos laborales de los docentes; otra vez un debate irresoluble que ha generado una fractura en muchos centros escolares de una comunidad educativa a la que se necesita unida para que el sistema funcione.

Como todo en este país, hay enormes variaciones en este debate entre unas comunidades autónomas y otras. En algunas no hay debate porque las administraciones establecen la jornada sin discusión, en otras hay variedad de modelos sin mucha pelea, pero en la Comunidad de Madrid, que es donde yo vivo, este debate ha sido una guerra a cara de perro entre las familias, y de éstas con los equipos docentes, en la que la administración ha estado ausente, dando lugar a que el tema de la jornada escolar fuera una pelea recurrente año tras año, lo que es una forma de tomar partido. Pero reciente y sorpresivamente la Presidenta se ha movido, apostando por la jornada partida........

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