Puigdemont: el hombre que huía demasiado

Está dicho, escrito y contrastado: cuando un político rectifica su principal preocupación es convencer al mundo de que no lo ha hecho. En política, tan importante como rectificar es simular que no se ha rectificado: una tarea de distracción esta última que acaba consumiendo tantas energías como las que se precisan para variar el rumbo de esa nave sobre la que se jura y se perjura que sigue manteniendo el mismo rumbo de siempre.

Sin tener en cuenta esa doblez tan característica de la política no es posible entender la extraña conducta del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, cuyo regreso a Cataluña y nueva huida a Waterloo esta semana ha irritado a sus enemigos no menos de lo que desconcertado a sus amigos. Los primeros no dan crédito a lo sucedido el jueves 8 de agosto en pleno centro de Barcelona, cuando Puigdemont burló el ostentoso operativo de unos Mossos d’Esquadra cuyo ridículo bien podría pasar al libro Guinness de los récords de bochorno policial.

Por su parte, los amigos y seguidores del expresident no entienden nada, pues nadie entre ellos alcanza a ver cuáles son y a cuánto ascienden exactamente las supuestas ganancias obtenidas con esa........

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