Malos tiempos para la fe, y no porque haya demasiados descreídos sino porque los creyentes que quedan no se toman en serio su propia fe religiosa, pero sí y mucho su propia fe política. La derecha de hoy no se toma en serio a Dios, no se respeta a sí misma como creyente, únicamente lo hace como derecha: la fe política es infinitamente más poderosa y determinante en sus vidas que la fe religiosa, de modo que cuando ambas chocan la victoria es siempre para la primera.
Dios, Cristo, San Pablo, san Francisco, los Evangelios… vale, sí, están bien, pero siempre que la doctrina que imparten no coincida con lo que cree o sostiene la izquierda, pues la verdadera encarnación de Satanás en este mundo es, carísimos hermanos, precisamente la izquierda y no el olvidado Belcebú, que solo es capaz de infundirnos miedo cuando sale en ‘El exorcista’: ¡para eso ha quedado, el pobre! En el Occidente próspero y descreído, el temible Ángel de las Tinieblas de antaño es hoy un pobre diablo al que nadie echa cuentas.
Basta echar una mirada a los Estados Unidos para constatar hasta qué punto el cristianismo ha sucumbido ante el conservadurismo. La fe verdadera es el derechismo y Trump es no ya su profeta sino su Mesías. Aunque hay pocos pecados que el delincuente y candidato semifascista a la Casa Blanca no haya cometido -adúltero, putero, jactancioso,........