El acuerdo de las izquierdas francesas entre sí unificando sus listas y con el partido de Enmanuel Macron retirando a sus candidatos sin opciones de ser elegidos ha operado como un milagroso bálsamo de Fierabrás contra el derrotismo y la desolación que se apoderaron de la Francia republicana tras la incontestable victoria de la ultraderecha en la primera vuelta de las legislativas. Las encuestas daban por muerto a Macron tras los pésimos resultados de su partido Ensemble, pero lo cierto es que el presidente sigue vivo: con múltiples heridas todas ellas graves pero ningún mortal. El 7-J ha salvado al presidente de sus adversarios: está por ver si también lo salva de sí mismo.
Al igual que la derecha democrática alemana, la derecha democrática francesa no cree que la mejor manera de derrotar a la derecha antidemocrática sea pareciéndose a ella. Y mucho menos pactar con ella. Y todavía menos gobernar con ella. En contraste con ambas, la derecha española no mira con malos ojos a la extrema derecha de Vox. Lo que piensan, lo que dicen y lo que proponen Santiago Abascal y los suyos no indigna ni subleva al PP de Alberto Núñez Feijóo: como........