La idea de Ortega de que España era el problema y Europa la solución no era, como otras del filósofo, una ocurrencia brillante o meramente ingeniosa: era una máxima certera, un aserto verdadero. Un siglo después caben pocas dudas al respecto: España figura entre los países más europeístas de Europa, aunque también aquí haya tomado cuerpo el fantasma de esa misma ultraderecha que viene recorriendo el continente desde hace años y que exhibe entre sus señas de identidad un antieuropeísmo de brocha gorda y pugnaz miopía que ha calado en segmentos de población muy significativos no ya de la Europa políticamente más periférica sino de países centrales como Francia, Alemania o Italia.
Cien años más tarde, España ya no es el problema, entre otras cosas porque en 1986 encontró en Europa la solución escamoteada durante todo el siglo XIX y tres cuartos del XX por las palurdas élites políticas y eclesiásticas en cuyas manos estuvo la dirección de la sociedad y el Estado. Hacia la segunda década del nuevo siglo, Cataluña se convirtió en un problema a cuya solución, parcial sin duda pero en todo caso prometedora, contribuyó decisivamente nuestra pertenencia a la Unión Europea. Herederos sin saberlo de la idea de Ortega, los independentistas pusieron en circulación la ocurrencia de que, para Cataluña, España era el problema........© El Plural