Doctor en Filosofía. Facultad de Humanidades. Universidad de Piura
Entonces, había que esperar en cola nuestro turno, la mayoría de las veces. Luego, con los datos obtenidos del fichero, había que escribir una ficha de consulta y, después, entregarla al bibliotecario, personaje muy importante, encargado de la búsqueda del libro solicitado –siempre y cuando estuviera disponible– para entregárnoslo, luego de esperar, a veces no poco rato. Entonces venía otro momento emocionante: comprobar, en las páginas del libro, apenas llegado a nuestras manos, si nos era útil o no, para recabar la información que requeríamos. Había, pues, que dedicar un tiempo y esfuerzo considerable para conseguir la ansiada información.
Ante lo referido, apliquemos el principio de que, lo que cuesta –tiempo es dinero– vale. La información era muy valiosa, desde ese punto de vista, en épocas pretéritas.
Atravesando el primer cuarto del siglo XXI, la información parece cada vez........