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Destrucción en el hotel libanés Palmira, que por primera vez ha cerrado sus puertas. / ANDREA LÓPEZ TOMÁS
Andrea López-Tomàs
Periodista y politóloga. Corresponsal en Oriente Próximo desde Beirut.
Ni una guerra civil libanesa frente a su puerta, ni la crisis económica más feroz de la Historia, ni el paso cruel del tiempo lograron cerrar las puertas del Hotel Palmira a lo largo de sus 150 años de existencia. Dos meses de bombardeos israelís sí que lo consiguieron. Ahora, el imponente y decrépito recibidor del hospedaje yace vacío, dominado por la oscuridad. Los plásticos que lo protegen de la entrada de la lluvia, aunque no tanto del frío, no dejan que pase la luz. Los ataques israelís quebraron la cristalera de colores que enmarcaba la privilegiada vista que justifica su pervivencia. Al otro lado del precario plástico, aún se mantienen erguidas las majestuosas ruinas romanas de Baalbek después de más de 2.000 años fascinando a locales y extranjeros.
Uno de los pasillos del mítico hotel libanes Palmira. / ANDREA LÓPEZ
Mientras se preparaba para celebrar su 150º aniversario, el hotel ha visto como su histórico lema se desmoronaba en apenas segundos. “El hotel Palmira, el primer hotel de Oriente Próximo, nunca cierra sus puertas”, repiten trabajadores y dueños desde hace siglo y medio. Admiradores anónimos y famosos artistas y políticos se hacían eco de ello. Pero un ataque israelí el pasado 7 de noviembre hizo trizas esa afirmación. Un bombardeo frente al yacimiento arqueológico de Baalbek, patrimonio de la Humanidad según la UNESCO desde 1984, provocó que aquellas ventanas y puertas con vistas a la Historia estallaran en miles de pedazos. El Ejército israelí no ha aclarado quién o qué era el objetivo, aunque no se registraron víctimas........