Opinión | MÁS ALLÁ DEL NEGRÓN
Juan Carlos Laviana
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / EFE
La convivencia de los tres poderes clásicos del Estado, en que se fundamenta la democracia, nunca ha sido fácil. Es más, no puede, ni debe, ser fácil, ya que de lo que se trata es de que los poderes se controlen entre sí. En los 46 años de monarquía parlamentaria que llevamos en España, no hemos conseguido que ejecutivo, legislativo y judicial funcionen de forma independiente. La voracidad partidista del Ejecutivo por desactivar cualquier contrapoder ha sido una constante en la vida pública. En la presente legislatura, hemos llegado al sumun de intromisión del Ejecutivo en las instituciones judiciales –Constitucional, Fiscalía...– y el manejo a conveniencia del Congreso, por parte del PSOE y del Senado, por parte del PP.
La casualidad ha querido que me tropezara con un artículo de Ortega y Gasset titulado «Disociación necesaria de Parlamento y Gobierno». El texto del filósofo –«primera inteligencia........