Opinión | DÉCIMA AVENIDA
Joan Cañete Bayle
Leonard Beard. / / REDES SOCIALES
Informar sobre una tragedia, explicar la desgracia, no es sencillo. La primera vez que tuve que hacerlo, como enviado especial de EL PERIÓDICO, fue en un campo de refugiados afganos en la frontera entre Pakistán y Afganistán, poco después de los atentados del 11-S en Estados Unidos y en plena ofensiva estadounidense contra el régimen de los talibanes. No olvido los olores de aquel lugar, la expresión de los rostros de los niños, las muletas de los mutilados, la pobreza, el desamparo. Con el tiempo, informé de situaciones mucho peores en lugares mucho más horribles, por tragedias causadas casi siempre por conflictos bélicos y atentados terroristas. Como en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania, en 2002, otra de mis primeras experiencias. Nunca he visto tantos zapatos desparejados. No es fácil, como decía, observar la desgracia a través de la mirilla de la cámara, transitar por la fina línea que se mueve entre la empatía y la pornografía sentimental, entre informar y violentar a las víctimas, entre explicar las causas del dolor y........