¿Referéndum en el Titanic?
Como si se tratara de un 6 de agosto más en el calendario de la política nacional, el presidente Arce nos brindó otro episodio de su saga favorita: “Propaganda frente al espejo”. Esta vez, decidió deleitarse enumerando sus éxitos pasados, los cuales, según su relato, son los cimientos inquebrantables de su modelo económico. Claro, si nos guiamos por sus palabras, uno pensaría que estamos construyendo la Torre Eiffel cuando, en realidad, apenas si estamos jugando con un castillo de naipes a punto de desmoronarse. ¿Alguien se acuerda de la economía blindada?
Fiel a su estilo, dedicó buena parte de su discurso a desplegar un rosario de excusas que harían sonrojar a los más expertos en el arte de la evasión. La pandemia, el gobierno de Añez, y, por supuesto, su nuevo antagonista, Evo Morales, son los grandes culpables de la situación actual. Cada uno tuvo su momento de gloria en el banquillo de los acusados. No contento con ello, Arce detalló hasta el último factor externo que está afectando a la economía, y denunció una conspiración interna de proporciones bíblicas. Por supuesto, la Asamblea, con su rechazo a sus proyectos de ley y los 1.000 millones de dólares en créditos que, según él, deberían ya estar en la economía boliviana, no se salvó de las críticas. En resumen, Arce demostró una vez más su habilidad para gobernar con una mezcla de denuncias y victimismo, todo en el mismo tono monocorde.
En cuanto a las “novedades”, Arce presentó su nueva apuesta: Fuga al futuro. Con gran pompa, anunció un encuentro nacional con empresarios y su gabinete social, como si un diálogo fuese la varita mágica que........
© El País
visit website