La epopeya empresarial de Óscar Isaza
La primera vez que escuché el nombre de Óscar Isaza fue hace unos 38 años. Yo era gerente de una de las zonas del Banco de Bogotá y una colega nos contó de su interés en financiar un empresario de Buenaventura, quien al enterarse de que una flota de barcos chinos venía a sus actividades pesqueras por varios meses y su último puerto sería nuestro puerto vallecaucano, se fue para San Francisco, en USA, y consiguió el negocio de la proveeduría para los orientales.
Antes de zarpar desde el Pacífico colombiano hasta alta mar, requerían toneladas de carne de caballo, cebollas, tomates y una lista impresionante de mercado para centenares de marineros que permanecerían casi un cuatrimestre sin tocar tierra. Cada uno de estos insumos ameritaba una aventura por los volúmenes, manipulación y prontitud. Desde allí me interesé en la vida de ese personaje que, solo con la noticia de una oportunidad tan particular, emprendió vuelo a California a conseguir el negocio.
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