El cónclave de Sevilla
Aura Lucía Mera
6 de may de 2025, 03:04 a. m.
Actualizado el 6 de may de 2025, 03:04 a. m.
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Valió la pena cruzar ‘el charco’ en un Avianca abarrotado como sardinas en lata. Sillas de tortura, baños sucios y olorosos, ‘comida’ petrificada e incomible, atención nula, desgaste. Luego un AVE con los asientos al revés, sintiendo que en la bajada por despeñaperros se revolvían las tripas para llegar a Sevilla un 1 de mayo, inolvidable y grabado en el alma hasta la eternidad, porque si el cuerpo se acaba y queda la cáscara, ya sea cremada, en cenizas, o enterrada, se supone que el alma es eterna.
Y eterna será esa visión de Morante de La Puebla, en La Maestranza, esa catedral del toreo con su arena dorada, esa afición respetuosa y conocedora, esas tascas y terrazas con sus bocadillos, tapas, jamones y aceitunas bulliciosas. Alegres. En las que se runrunean comentarios y cotilleos. Antesalas del espectáculo, del........© El País
