Como en el país no pasa mayor cosa en materia judicial cuando un imputado tiene algún poder y medios para dilatar los procesos, cualquiera pensaría que en el Palacio de Nariño no habría la menor preocupación sobre las investigaciones contra Gustavo Petro y su gente, pero hay que concluir que el trasnocho es mucho al ver el desespero que existe en el Alto Gobierno por tener un fiscal general de bolsillo para quitarse de encima el fantasma de la destitución.
Porque esa es la pata que le nació al cojo: nadie cree que los indicios existentes de haber violado los topes de financiación de la campaña, a pesar de ser muy claros, vayan a servir para mandar a Petro y Francia a sus casas, sobre todo porque siempre habrá un Heine (Mogollón) que se preste para echarle tierrita al asunto, y eso se demuestra al constatar que la acusación y los documentos con las pruebas duermen el sueño de los justos en la Comisiones de Acusaciones de la Cámara de Representantes hace más de un año sin que hasta ahora los honorables congresistas se hayan animado a abrir el proceso. ¿Será, por cierto, porque ellos mismos........