Hace cuatro días nuestro país experimentó una de las marchas pacíficas más multitudinarias que se hayan visto en este territorio. Si acaso, únicamente es comparable con aquella movilización en contra de las Farc del 4 de febrero de 2008. Ese día en el que millones de colombianos salimos a marchar contra el secuestro, las masacres y todos los escabrosos crímenes de un ejército de bandidos que hoy se pasean orondamente por el Congreso, gracias al proceso de paz de Santos que desconoció el mandato popular establecido en un plebiscito. Pero esa no es materia de esta columna.
Pues bien, quienes también estuvimos en las calles el pasado 21 de abril, sabemos que lo que se vivió fue una movilización semejante. Lo que se vivió fue la manifestación de una ciudadanía vibrante, respetuosa de la Constitución, a carta cabal, y dispuesta a hacerse oír para proteger sus libertades. Cualquiera que haya visto las portadas de los medios de comunicación de todo el país puede dar fe que, pese al desafortunado trino de Gustavo Petro en el que minimiza la marcha diciendo que salieron 250 mil personas de la “clase dominante” en cuatro ciudades capitales, lo que sucedió en Colombia fue una tremenda convulsión social, pacífica eso sí, que copó con más de un millón de colombianos........