Hay tanto para ver en Galicia que debo limitarme a contarles lo más significativo de este recorrido, sin duda, Santiago de Compostela, cuya Catedral y la devoción que esta impone, jamás deja de sorprenderme.
A Santiago se viene a saludar al discípulo de Jesús, a Santiago de Zebedeo o Santiago el Mayor, como se conoce, o según sea nombrado en la lengua de cada país, al defensor de la Iglesia, quien se encuentra enterrado aquí, según lo dice la historia.
Aquí se viene a cumplir una promesa, a encontrar un camino, luego de haber recorrido otro, a sentir la fe, a presenciar la llegada de peregrinos de todos los confines del mundo, o, mejor aún, se viene como peregrino.
Tuvimos la suerte de llegar en domingo a la misa solemne de peregrinos del medio día. “No cabía un alma”. La emoción fue tangente cuando........