En una de aquellas noches, viendo “La Otra Cara de la Luna” y camuflado entre la muchedumbre silenciosa con audífonos que reía al unísono, me atacó la irremediable nostalgia de estar participando de una de las últimas temporadas que le quedan a estos rituales colectivos del séptimo arte.
A medio camino del quinto año post-pandemia, y con la inflación remitiendo lentamente a nivel global hasta cauces más regulares, pareciera que todo ha regresado a la normalidad salvo para las salas de cine, quienes siguen aguantando el tipo y apretando los dientes cada seis meses a la espera de un taquillazo que les saque de cuidados intensivos. Lamentablemente, tras la apoteosis cultural que significó........