La paz que agoniza
Bajo liderazgos sólidos e informados debiéramos apuntalar las democracias, socavar las dictaduras, generar iniciativas de confianza mutua y reducir la dependencia de las armas de importación. Así podríamos soñar con una internacional latinoamericana por la paz.
El reciente ataque misilístico de Irán contra Israel confirma lo que ya dijimos. En el Medio Oriente se está desplegando una guerra de nuevo tipo, en la que un Estado empieza castigando el atentado de una organización terrorista desarrollada y termina combatiendo contra la potencia que la subsidia.
En este caso, la secuencia es más compleja que en el de las Torres Gemelas. Tras una durísima represalia contra Hamas, en Gaza, por su brutal atentado de octubre del año pasado, Israel está combatiendo contra Hezbollah en el Líbano, bombardeando a los hutíes en Yemen y ahora está en teleguerra contra Irán. Es decir, contra la gran potencia sostenedora de aquellos “proxys”.
Lo más grave es que esta guerra es crecedora y no solo a nivel regional, pues el mundo hoy es global y está encabritado. Es lo que temen los ciudadanos informados en Rusia, los Estados Unidos y Europa, cuyos padres y abuelos saben que por mucho menos hubo dos guerras mundiales en el siglo pasado.
Como los Estados y los gobiernos son olvidadizos, es urgente recordar que la posterior Guerra Fría no se calentó gracias al equilibrio del terror nuclear. Es decir, gracias a la existencia de un arma que podía dejar el planeta solo apto para gobernantes simios. Ese equilibrio fue la paradójica fortaleza de la paz.
A la vuelta del siglo la implosión de la Unión Soviética trajo una tranquilidad efímera. Duró hasta que el orden mundial bicéfalo de la Guerra Fría mutó en una entelequia........
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