El año que perdimos la inocencia (por completo): la serie que vemos en tiempo real
El oficialismo se desordenó al momento de votar y, además, en el Senado la derecha tuvo de aliado a un parlamentario que tiene como relato el ser independiente. A Bianchi junior le gusta reforzar esa característica, pese a que hace ya un rato vota siempre alineado con ese sector.
La serie política de Netflix que estamos viviendo como país este año no deja de sorprendernos. El último capítulo nos trajo todos los ingredientes que requiere una megaproducción para mantenernos expectantes en relación con qué nos golpeará el capítulo siguiente de esta serie, que llamaremos El año que perdimos la inocencia (por completo).
En los capítulos anteriores pudimos ver la desfachatez de abogados, jueces, asesores, empresarios, universidades y otros actores que intentaban poner en duda la inteligencia de los chilenos, conspirando para conseguir fallos de la justicia, corrompiendo funcionarios públicos y jactándose de cómo conseguían el poder y pagando sueldos a través de una universidad.
Pero, claro, a la serie le faltaba la truculencia, la venganza y el abuso de herramientas, definidas por la institucionalidad pública, para cobrarse revancha y golpear a otro poder del Estado.
La truculencia vino de la mano de dos hechos de naturaleza distinta, pero hacen, a la serie chilena del momento, competitiva con los culebrones venezolanos de los 70. Primero, vimos a una exalcaldesa que desbancó al municipio que representaba, llenándolo de peluches y joyas Swarovski para comprar conciencias, grabando videos para adultos, en medio de su arresto domiciliario total.
Vergüenza ajena ha causado el caso, pero especialmente sembró un manto de dudas acerca de qué cosas puede hacer una persona que ha tenido el privilegio de estar arrestada en su casa y no en la cárcel, como correspondería.........
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