Lo primero que debemos entender es que estamos ante un grave problema nacional, una falta de seguridad en buena parte del territorio. Es una amenaza que nos afecta como país y como sociedad. Por tanto, lo que corresponde es una respuesta estatal, nacional.
Existe una amplia coincidencia en constatar que el país está viviendo una grave crisis de seguridad interior. Por cierto, también tenemos un amplio consenso en constatar que este fenómeno se viene alimentando desde hace años, pero todos concordamos en que se ha ido agravando día a día. ¿Por qué entonces hemos fallado en controlarlo?, ¿estamos haciendo un diagnóstico adecuado del problema? Si las medidas adoptadas no han surtido el efecto deseado, ¿por qué no se evalúan? En nuestra doctrina institucional toda maniobra se somete a una necesaria crítica. ¿Se ha hecho?
Lo que podría explicar las falencias y proporcionar algunos indicios de corrección es identificar aquellas aproximaciones que no ayudan a una corrección. Me explico.
Lo primero que debemos entender es que estamos ante un grave problema nacional, una falta de seguridad en buena parte del territorio. Es una amenaza que nos afecta como país y como sociedad. Por tanto, lo que corresponde es una respuesta estatal, nacional. La seguridad de Chile no puede tener “bandos”. No es lo mejor politizarla, someterla a la contingencia. No puede ser un debate entre Gobierno y oposición. Culpar a gobiernos anteriores, o exclusivamente al actual, no ayuda.
En segundo término, un error grave es tratar esta crisis como si fuese una sola, como si se tratase de un fenómeno homogéneo. Hoy en Chile tenemos tres focos claros y diferentes, aunque se dan entrecruzamientos entre ellos.
En el Norte Grande tenemos una grave crisis de frontera porosa, por donde penetra una gran cantidad de migrantes, legales e ilegales, por allí ingresan diversas organizaciones del delito organizado (DO) que después se infiltran en el resto del país: el Tren de Aragua, Los Gallegos, Los Pulpos, Los Espartanos, por nombrar algunos (ojo, no todos venezolanos). Un tema central aquí radica en las falencias de la actual política migratoria.
En el Sur, específicamente en La Araucanía, tenemos un foco insurreccional por parte de organizaciones extremistas que reivindican una autonomía del Estado chileno. Como contrapartida, el Estado despliega parcialmente una estrategia de contrainsurgencia, pero sin definir sus objetivos ni precisar su mando. Como la historia enseña, este tipo de conflictos tienen soluciones más políticas que militares, lo que no niega el empleo de la fuerza.
Finalmente, en las grandes ciudades, especialmente en la Región........