Señor Director:

El populismo en el Parlamento ha iniciado una nueva ofensiva por retiros de las AFP. Coincide con la propaganda de estas que machacan de día y de noche que la “plata es tuya” y que “te quedará como herencia”.

Como la gente sabe que lo primero no es cierto —si quisiera disponer de mi plata hoy, depende de los políticos—, y sabe también que lo segundo es una tontera —vivir miserablemente para guardar para cuando estemos muertos—, entonces la idea de “no me jodan, denme ahora mi plata” se hace cada vez más popular. Está en manos del Parlamento favorecer nuevos retiros o ponerse serios y solucionar de una vez las pensiones. Más allá de toda duda, el sistema AFP ha fracasado para lo que fue diseñado, entregar buenas pensiones. Por lo demás, eso lo demuestra todo el mundo civilizado, que basa sus pensiones en sistemas de reparto y agrega espacios de ahorros individuales.

El Gobierno ha presentado una propuesta de iniciar un camino hacia un sistema de seguridad social —a mi juicio muy tímido, puesto que deja en manos de las AFP el 65% del ahorro contributivo— determinando un aumento gradual hasta llegar a un 16%.

Ciertos sectores empresariales llevados por la codicia piden que el sistema AFP se mantenga y fortalezca, entregando a ellas ese nuevo ahorro. Esto es jugar con fuego: legitima la ofensiva populista por nuevos retiros como también reitera abusos que advierten de nuevos estallidos sociales.

China es un país paradójico. Bajo una férrea dictadura del Partido Comunista, inició un camino de modernización capitalista que no pocos empresarios chilenos ven con admiración. Al menos sería positivo sacar de ese país su principal lección histórica: “no importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”, como dijo Deng Xiao Ping, el líder reformista.

Hay que encontrar los caminos para tener buenas pensiones; todo lo demás se subordina a este propósito. El Parlamento tiene ante sí la responsabilidad histórica de contribuir a la paz y la justicia social, estableciendo un buen sistema de seguridad social o mantener la situación actual acelerando el deterioro de la convivencia nacional.

José Sanfuentes