David Gallagher Notables las similitudes entre la política chilena y la española. A veces vamos adelante nosotros, a veces ellos. Tarde o temprano, lo que pasa en uno de los países pasa, sustancialmente, en el otro.
En ambos, primero en España con Felipe González, y después en Chile con Patricio Aylwin, hubo una transición en que tratamos de trascender los dolores del pasado mirando hacia el futuro. En ambos, comenzando en España con Rodríguez Zapatero en 2004, la izquierda descubrió las ventajas de más bien revivir el pasado.
En ambos ha habido alternancia en el poder. En ambos han surgido nuevos partidos en los dos polos: Vox y Republicanos a la derecha, Unidas Podemos y Frente Amplio a la izquierda. En ambos países se ha tratado de crear partidos de centro, en un caso con el mismo nombre de Ciudadanos. En ambos ese intento ha sido un fracaso: el Ciudadanos español terminó de sucumbir el domingo pasado, lo que no augura bien para nuestros Amarillos y Demócratas. En ambos países los socialistas tradicionales fueron abandonando la socialdemocracia. Intimidados por una nueva izquierda juvenil, sucumbieron a una suerte de síndrome de Estocolmo, arrodillándose frente a quienes los despreciaban.
En ambos países la izquierda se ha sobregirado últimamente desde el poder, provocando el mes recién pasado una fuerte reacción, con notables triunfos electorales para la derecha tanto en Chile como en España. Ahora viene en España la prueba final: las elecciones generales del 23 de julio, convocadas sorpresivamente el lunes por Pedro Sánchez.
Un curioso fenómeno este Sánchez.
En octubre de 2016, fue destituido como secretario general del partido socialista, o PSOE. Recuerdo que estaba Felipe González en Chile ese día: casi saltaba de alegría. Es que Sánchez estaba por destruir su obra, la de haber llevado al PSOE a un progresismo moderado, racional, tolerante, abierto de mente, obra eximia cuyo eco chileno fue la de Ricardo Lagos. Desgraciadamente Sánchez demostró ser indestructible. Los militantes del PSOE lo restituyeron en mayo de 2017, y solo un año después, alcanzó la presidencia de España cuando destituyó a Mariano Rajoy en una moción de censura. Desde entonces ha gobernado el país con coaliciones en las que se han ido sumando Unidas Podemos y un conjunto de partidos separatistas vascos y catalanes: coaliciones que muchos españoles observan con estupor, cuando no terror, porque ven en ellas a gente que ha apoyado o ejercido la violencia, además de su franco desprecio por la unidad nacional. Por otro lado, Sánchez ha intentado correr cercos en temas identitarios y valóricos más allá de lo que es tolerable para la mayoría.
El electorado reaccionó a este sobregiro con fuerza el domingo. Sin embargo, la derecha no debería cantar victoria todavía. Los movimientos bruscos del péndulo subrayan lo pasajero que es el poder, por lo cual deberían provocar humildad en toda la clase política. Por otro lado, no hay que desestimar la astucia de Sánchez. Finalmente, la derecha tiene el tremendo desafío de reconciliar los intereses del Partido Popular, o PP, con los de Vox. La izquierda española ha logrado tildar a Vox de extrema derecha a pesar de que Unidas Podemos es un partido tanto o más extremo. Los votantes parece que han detectado la hipocresía porque el domingo a Unidas Podemos le fue especialmente mal, toda una lección para el Frente Amplio.
Con todo, el PP cuenta con buenos dirigentes para cosechar la ola derechista que se ha ido dando en el Mediterráneo. Feijóo, su líder, compensa su escaso carisma con confiabilidad. A su lado está Isabel Díaz Ayuso, una mujer que con simpatía y honestidad daba, ya en 2021, los primeros empujones al péndulo. Por tanto, si maneja bien el tema de Vox, el PP debería estar presidiendo el gobierno español hacia fines de julio, lo que no es una buena noticia para nuestra coalición gobernante, si es que España sigue pronosticando nuestro futuro.
QOSHE - Nuestro espejo español - David Gallagheraccount_circleinfobrightness_mediumcancel
David Gallagher Notables las similitudes entre la política chilena y la española. A veces vamos adelante nosotros, a veces ellos. Tarde o temprano, lo que pasa en uno de los países pasa, sustancialmente, en el otro.
En ambos, primero en España con Felipe González, y después en Chile con Patricio Aylwin, hubo una transición en que tratamos de trascender los dolores del pasado mirando hacia el futuro. En ambos, comenzando en España con Rodríguez Zapatero en 2004, la izquierda descubrió las ventajas de más bien revivir el pasado.
En ambos ha habido alternancia en el poder. En ambos han surgido nuevos partidos en los dos polos: Vox y Republicanos a la derecha, Unidas Podemos y Frente Amplio a la izquierda. En ambos países se ha tratado de crear partidos de centro, en un caso con el mismo nombre de Ciudadanos. En ambos ese intento ha sido un fracaso: el Ciudadanos español terminó de sucumbir el domingo pasado, lo que no augura bien para nuestros Amarillos y........