El Presidente Gabriel Boric sumaba ya dos horas y diez minutos de discurso cuando decidió abordar el tema eléctrico. “Sabemos que el invierno golpea más fuerte a quienes les cuesta más llegar a fin de mes. Por eso, hemos puesto especial atención a lo que nos han planteado los parlamentarios y parlamentarias respecto de la necesidad de frenar las alzas de las cuentas de la luz durante los meses de invierno”, aseguró el mandatario. Aplauso cerrado.
“Así, hemos decidido por vía administrativa terminar con la tarifa de invierno lo antes posible”, continuó. Aplauso cerrado.
Y su anuncio de que el Ministerio de Energía trabaja en un acuerdo con las empresas privadas “para que este beneficio pueda materializarse en las cuentas de los clientes a la brevedad” también terminó con un aplauso vigoroso de los asistentes al Congreso.
La medida, en principio, suena bien: un Gobierno que busca aliviar el sobrecosto temporal que deben pagar los más necesitados en una cuenta básica, asociado principalmente a la calefacción en los meses de más frío. En un contexto, además, de creciente pérdida de poder adquisitivo debido al ciclo inflacionario más alto de los últimos 30 años.
La realidad, sin embargo, es distinta. La tarifa de invierno la paga solo entre el 6% y el 8% de los clientes regulados, un grupo formado por familias y pymes. Esto significa que la inmensa mayoría de la población chilena (más del 90%) no se ve afectada por esta tarifa más cara.
Una familia promedio consume cerca de 200 kilowatts hora (kWh) al mes. Esta tarifa se activa recién para aquellos clientes que superan los 430 kWh mensuales y recarga con un 20% adicional ese sobreconsumo entre abril y septiembre. Es decir, transmite adecuadamente la señal de construcción de precios, que establece que a mayor demanda de un bien o servicio, este se encarece.
Lo paradójico del anuncio del Presidente Boric es que la eliminación de la tarifa de invierno beneficiaría mayoritariamente a las familias con mayor consumo en invierno, asociadas a segmentos de altos ingresos, y a aquellas pymes que estacionalmente aumentan su consumo por procesos operacionales o productivos.
Pero, adicionalmente, hay que preguntarse quién pagará el costo de terminar con esta tarifa invernal: probablemente, sea ese más de 90% de clientes que no eleva sustancialmente su consumo en invierno. Salvo que al Gobierno se le ocurra pensar en una solución más creativa, endilgándoles el costo a las empresas distribuidoras, lo que no solo sería ilegal, sino que abriría otro frente adicional a su ya compleja construcción de confianzas con el sector privado.
La pregunta de fondo en una propuesta de política pública como esta es por qué resulta más beneficiosa hacerla universal en vez de focalizarla en los grupos de menores ingresos, que ciertamente suben su consumo en los meses más fríos, pero que no necesariamente ven encarecidas sus cuentas por la tarifa de invierno.
La sensación de una nueva improvisación (otra más) en un tema que el propio Gobierno puso como central en la Cuenta Pública presidencial es inevitable. Más todavía cuando el propio ministro de Energía, Diego Pardow, comentó hace menos de un mes que eliminar la tarifa de invierno generaría “un efecto regresivo” y que beneficiaría principalmente a consumidores que viven en comunas como… Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.
El Presidente Gabriel Boric sumaba ya dos horas y diez minutos de discurso cuando decidió abordar el tema eléctrico. “Sabemos que el invierno golpea más fuerte a quienes les cuesta más llegar a fin de mes. Por eso, hemos puesto especial atención a lo que nos han planteado los parlamentarios y parlamentarias respecto de la necesidad de frenar las alzas de las cuentas de la luz durante los meses de invierno”, aseguró el mandatario. Aplauso cerrado.
“Así, hemos decidido por vía administrativa terminar con la tarifa de invierno lo antes posible”, continuó. Aplauso cerrado.
Y su anuncio de que el Ministerio de Energía trabaja en un acuerdo con las empresas privadas “para que este beneficio pueda materializarse en las cuentas de los clientes a la brevedad” también terminó con un aplauso vigoroso de los asistentes al Congreso.