La Celac fue creada en febrero de 2010, en la llamada Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, que ese año se realizó en México. Y a la que asistieron Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Cristina Fernández (Argentina), Raúl Castro (Cuba) y Michelle Bachelet, confluyendo así representantes del entonces “eje bolivariano” y de gobiernos de izquierda moderada, entre otros mandatarios.

Definida como un foro para profundizar la integración política, económica, social y cultural en la región, la Celac agrupa a países de América Latina y el Caribe. O, dicho de otro modo, es casi lo mismo que la Organización de Estados Americanos, pero sin Estados Unidos ni Canadá.

En ese aspecto, su nacimiento demostró (y demuestra) un sesgo político favorable a los gobiernos de izquierda. Y que, en su momento, Chávez y sus aliados no buscaron esconder. Aunque eso, claramente, no favorece una real voluntad de integración regional.

Además, Celac también declara que su existencia está basada en el pleno respeto por la democracia y los derechos humanos. Una afirmación que resulta disonante cuando se espera en esta próxima cumbre la participación de Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, líderes de gobiernos que no aceptan la alternancia en el poder, manipulan sus elecciones, encarcelan a los opositores, reprimen a los medios de comunicación no oficialistas y violan sistemáticamente los derechos humanos de su población.

América Latina, marcada históricamente por sus crisis y contradicciones, lleva décadas intentando construir alianzas que demuestren que la integración es posible. Sin embargo, muchas de esas iniciativas —como Unasur, el Alba o Prosur— han surgido marcadas por motivaciones políticas que cambian de rumbo con la llegada de nuevos gobiernos. Una colección de bloques que lejos de haber logrado impulsar el desarrollo y el crecimiento efectivo de la región, han quedado en el olvido o han caído en el inmovilismo ideológico.

En ese aspecto, el Mercosur, severamente limitado por su sesgo proteccionista, ha logrado, sin embargo, subsistir en el tiempo. La Alianza del Pacífico, en tanto, ha sido la iniciativa más exitosa, pese a los problemas que hoy enfrenta, en particular, a propósito de la crisis política peruana.

La cumbre de Buenos Aires tendrá ausencias importantes, como las del Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, quien será reemplazado por su canciller; además de Andrés Manuel López Obrador, de México, y la Presidenta de Perú, Dina Boluarte.

Es de esperar que de este encuentro —en el que también participará el Presidente Gabriel Boric— surjan iniciativas concretas y que efectivamente beneficien a nuestros países, y no solo frases hechas y arengas políticas trasnochadas. La crítica situación económica, política y social que enfrentarán América Latina y el Caribe este año lo exige de modo especial.

El papel de Bielorrusia en la invasión a Ucrania

Al cumplirse once meses de la invasión rusa a Ucrania, el conflicto sigue sin dar señales de lograr algún avance en el campo diplomático, lo que —lamentablemente— solo prolongará una guerra que ha remecido las bases del sistema político internacional vigente desde fines de la Guerra Fría.

En ese contexto, ha generado gran inquietud que Rusia y Bielorrusia hayan iniciado nuevos ejercicios aéreos tácticos conjuntos en territorio bielorruso, los que se extenderán hasta el próximo 1 de febrero.

En diciembre pasado, ambos países también realizaron ejercicios militares, y en esta ocasión se enfocarán en maniobras de desembarco aéreo, entrega de carga y simulacros de evacuación.

Sin embargo, resulta inevitable recordar las semanas previas al inicio del conflicto, en febrero de 2022, cuando Moscú insistía en que no comenzaría una guerra en Europa. En ese entonces, anunciaba el inicio de maniobras conjuntas en territorio de Bielorrusia, con el envío de 9.000 militares y cerca de 170 tanques, además de vehículos blindados, cañones y morteros. Un contingente que, finalmente, atacó a Ucrania desde el norte, a través de la frontera bielorrusa, y que representó uno de los tres flancos de la invasión.

En todos estos meses se ha hablado poco de la complicidad de Alexander Lukashenko (estrecho aliado de Vladimir Putin), quien el próximo año cumplirá tres décadas en el poder y que es conocido como “el último dictador de Europa”. Porque resulta claro que, sabiendo lo que planeaba Putin, permitió el ingreso de las tropas rusas a su país y que luego, desde suelo bielorruso, lanzaran su ataque contra la vecina Ucrania.

Bielorrusia y Lukashenko son parte ineludible de la guerra, aunque han pagado un bajo costo por eso, ya que hasta ahora no se ha confirmado la participación de fuerzas militares bielorrusas en la “operación militar especial” de Putin. No obstante, la comunidad internacional, en algún momento, tendrá que “pasarle la factura” a Lukashenko. Básicamente, porque apoyar a un país invasor de manera tan descarada no puede quedar impune.

Aunque diferentes reportes y análisis sostienen que el Kremlin no estaría planeando un nuevo ataque a Ucrania desde Bielorrusia, la posibilidad no está descartada. Después de todo, los hechos demuestran que el mundo no puede confiar en la palabra de Putin ni en la de Lukashenko.
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Luces y sombras en Celac

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23.01.2023
La Celac fue creada en febrero de 2010, en la llamada Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, que ese año se realizó en México. Y a la que asistieron Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Cristina Fernández (Argentina), Raúl Castro (Cuba) y Michelle Bachelet, confluyendo así representantes del entonces “eje bolivariano” y de gobiernos de izquierda moderada, entre otros mandatarios.

Definida como un foro para profundizar la integración política, económica, social y cultural en la región, la Celac agrupa a países de América Latina y el Caribe. O, dicho de otro modo, es casi lo mismo que la Organización de Estados Americanos, pero sin Estados Unidos ni Canadá.

En ese aspecto, su nacimiento demostró (y demuestra) un sesgo político favorable a los gobiernos de izquierda. Y que, en su momento, Chávez y sus aliados no buscaron esconder. Aunque eso, claramente, no favorece una real voluntad de integración regional.

Además, Celac también declara que su existencia está basada en el pleno respeto por la democracia y los derechos humanos. Una afirmación que resulta disonante cuando se espera en esta próxima cumbre la participación de Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, líderes de gobiernos que no aceptan la alternancia en el poder, manipulan........

© El Mercurio


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