Molestia generaron en buena parte de la izquierda latinoamericana las declaraciones del Presidente Boric en la reciente cumbre realizada en Brasil, donde rebatió a su anfitrión, Lula da Silva. Este había sostenido que los cuestionamientos a Nicolás Maduro por su régimen dictatorial y atropellos a los derechos humanos obedecen a prejuicios y a una “narrativa” contraria a la realidad.
“No es una construcción narrativa, es una realidad seria”, respondió Boric, reafirmando una línea de crítica directa a las violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia en Venezuela, postura sostenida desde la campaña de primarias de 2021, cuando marcó en este tema una clara diferencia con el alcalde comunista Daniel Jadue.
Aunque, ya en el Gobierno, Boric no ha tenido la misma fuerza para cuestionar también al régimen cubano —tal parece ser un límite impuesto por el PC dentro de la alianza oficialista—, es digna de elogio la firmeza con que se ha desmarcado de la mayor parte de la izquierda regional, la que mantiene vergonzosas actitudes —como la del propio Lula—, que van desde el silencio cómplice hasta el más abierto apoyo a las dictaduras de su mismo signo político.
La claridad de Boric respecto de Venezuela —y también de Nicaragua— le ha significado recibir una andanada de críticas de líderes como Evo Morales y también de figuras locales, como del propio Jadue. Pero el cuestionamiento más furibundo fue el de quien es considerado el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, el que, con insolencia, lo tildó de “bobo” y de “cachorrito del imperialismo”. Proviniendo de uno de los jerarcas de un régimen que ha hundido a su país en la miseria y el abuso, y quien arrastra graves acusaciones de corrupción, esos insultos, lejos de menoscabar, enaltecen la figura del Presidente chileno. Con todo, también confirman la dificultad que suponen las relaciones con ese país y cualquier esfuerzo por establecer canales de diálogo que permitan encauzar la crisis migratoria que el propio chavismo ha generado en la región.
Precisamente para abordar esos desafíos, el Gobierno tomó la decisión de volver a nombrar un embajador en Caracas, cargo que se encontraba vacante desde 2018. Ahora, Boric ha designado para esas funciones al exsenador socialista Jaime Gazmuri. Es importante que este pueda lograr mínimos niveles de entendimiento para enfrentar el grave fenómeno de la migración irregular. El episodio vivido esta semana, sin embargo, releva una vez más la complejidad de tratar con un régimen que consistentemente atropella no solo los principios democráticos, sino incluso mínimas reglas de convivencia entre los países.
Molestia generaron en buena parte de la izquierda latinoamericana las declaraciones del Presidente Boric en la reciente cumbre realizada en Brasil, donde rebatió a su anfitrión, Lula da Silva. Este había sostenido que los cuestionamientos a Nicolás Maduro por su régimen dictatorial y atropellos a los derechos humanos obedecen a prejuicios y a una “narrativa” contraria a la realidad.
“No es una construcción narrativa, es una realidad seria”, respondió Boric, reafirmando una línea de crítica directa a las violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia en Venezuela, postura sostenida desde la campaña de primarias de 2021, cuando marcó en este........