Ubicarse en el oficialismo o en la oposición depende de apreciaciones subjetivas. Hay un dato objetivo, sin embargo, que para el oficialismo de primera línea, al menos, no es conveniente evadir: el gobierno del Presidente Gabriel Boric es el más débil desde el retorno a la democracia, perdiendo el respaldo mayoritario en las primeras semanas de su mandato. Puntos más, puntos menos, la aprobación está en torno a un tercio, peligrosamente bajo antes de cumplir su primer año.

Nadie lo ha expresado mejor que Ernesto Ottone, en una entrevista publicada ayer en un medio digital: “… es un gobierno que está en una situación misérrima de apoyo popular”.

Gabriel Boric pasó a segunda vuelta con poco más de un millón 800 mil votos, el resultado más bajo de un presidencial que luego es electo. En una auténtica hazaña electoral, obtiene un mes después 4 millones 600 mil votos, más que doblando su respaldo inicial, a cuenta de una actitud que demostraba haber entendido cuáles eran los nudos de desconfianza y su disposición para corregirlos (esencialmente seguridad y apego de su coalición a la democracia).

Llegaba a La Moneda, por tanto, representando a una minoría, a la que se adosaban el respaldo de millones de chilenos y de otros partidos (PS, PPD), para alcanzar una mayoría electoral. Recalco “electoral”, porque es distinto a mayoría política, con la cual no ha contado ninguno de los últimos gobiernos en Chile.

El Presidente y su círculo más incidente se han empeñado, desde el primer día, en ignorar ese hecho. El tironeo entre el corazón de minoría, en el que reinan con todos sus símbolos y narrativa el PC y el Frente Amplio, y la mayoría que lo eligió, ha terminado en un divorcio entre las decisiones del Gobierno y las aspiraciones de los chilenos.

Frente a la principal preocupación del país, delincuencia y violencia, el Gobierno responde indultando a doce delincuentes y a un terrorista (todo, además, sobre un carrusel de severas transgresiones institucionales, cuyo desenlace no parece cercano).

En salud, se debilitan los soportes que dejó el gobierno anterior para enfrentar la pandemia. Y se muestra indiferencia, o al menos una exasperante lentitud, ante un posible colapso de las isapres, a través de las cuales se atienden más de 3 millones de personas.

Mientras el país expresa una creciente valoración del esfuerzo individual y el mérito, se debilita a los Liceos Bicentenario.

Una mayoría prefiere sistemas que le permitan elegir entre instituciones públicas y privadas para las prestaciones vitales. Pero el Gobierno insiste en reformas que le entregan al Estado el monopolio de la salud y los fondos de pensiones.

Los ministros mejor evaluados son los más ponderados y competentes para liderar sus carteras. Ninguno de Apruebo Dignidad, por cierto. En medio de la cadena de crisis que ha enfrentado La Moneda y aunque algunas decisiones gusten poco o nada, es justo reconocer que están intentando hacer su trabajo. Su esfuerzo se viene al piso cuando se les expone todos los días a los coletazos de ese divorcio.

Por arrogancia o, tal vez, con la íntima esperanza de seducir a una mayoría con su proyecto original de “transformaciones”, rechazado en primera vuelta y en el plebiscito de septiembre, el Gobierno insiste en imponer visiones que no cuentan con apoyo popular. Y se resiste a abandonar un discurso y sus consecuentes reformas, para responder a la confianza prestada que le permitió la elección.

Tiene toda la razón el Presidente Boric cuando dice que pareciera que “a la política se le ha olvidado el pueblo”. Con sus decisiones —el indulto en primer lugar—, él es la más perfecta encarnación de ese olvido.

Isabel Plá

QOSHE - Divorcio popular - Columna
menu_open
Columnists . News Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Divorcio popular

6 0 0
15.01.2023

Ubicarse en el oficialismo o en la oposición depende de apreciaciones subjetivas. Hay un dato objetivo, sin embargo, que para el oficialismo de primera línea, al menos, no es conveniente evadir: el gobierno del Presidente Gabriel Boric es el más débil desde el retorno a la democracia, perdiendo el respaldo mayoritario en las primeras semanas de su mandato. Puntos más, puntos menos, la aprobación está en torno a un tercio, peligrosamente bajo antes de cumplir su primer año.

Nadie lo ha expresado mejor que Ernesto Ottone, en una entrevista publicada ayer en un medio digital: “… es un gobierno que está en una situación misérrima de apoyo popular”.

Gabriel Boric pasó a segunda vuelta con poco más de un millón 800 mil votos, el resultado más bajo de un presidencial que luego es electo. En una auténtica hazaña electoral, obtiene un mes después 4 millones 600 mil votos, más que doblando su respaldo inicial,........

© El Mercurio


Get it on Google Play