Tras su humillante marginación del acto del 25 de mayo, convocado por Cristina para homenajear a su fallecido marido, Néstor Kirchner, el Presidente Fernández, debilitado y arrinconado, mantiene distancia de la interna, pero no puede evadir su responsabilidad por el rumbo del gobierno argentino, en su peor momento, según muestran diversas encuestas: apenas el ocho por ciento apoya la gestión del Ejecutivo peronista (Opinaia). La mayoría (90%) rechaza la política económica que está implementando, mientras el 70 por ciento cree que la situación puede empeorar, según un sondeo de la Universidad San Andrés. Otras mediciones reflejan que la principal preocupación de los votantes es la altísima inflación, que marcó más del 110 por ciento interanual en abril, seguida por la corrupción.
Con varios ministros del gabinete de Fernández aspirando a encabezar la lista oficialista, estas malas cifras son un lastre para cualquier candidatura. Quizás por eso es que está álgida la discusión acerca de la conveniencia de ir sin una definición a las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), dejando a la vista las debilidades del oficialismo, o establecer un nombre por consenso. El más afectado por el caos económico es el ministro de esa área, Sergio Massa, y como —según las encuestas— es el que mejor marca en el Frente de Todos (FdT) es entendible que prefiera la discusión a puertas cerradas antes de enfrentarse al electorado, aunque eso signifique encarar la posibilidad de que al final el postulante sea elegido por el “dedazo” de Cristina. Esta, después de declarar que no sería candidata, permitió que varios se ilusionaran con ser ungidos.
A pesar de los golpes publicitarios de Massa (como conseguir la semana pasada en China una línea de crédito para reforzar las reservas del Banco Central), no lo tiene fácil frente a, al menos, otros cuatro postulantes. El aparente preferido de Cristina es el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, miembro de La Cámpora, el sector radical del peronismo liderado por su hijo Máximo Kirchner, pero que marca muy poco en las encuestas. Están también el jefe de gabinete, Agustín Rossi, y el embajador en Brasil, Daniel Scioli, quien ya tuvo una oportunidad de medirse en las urnas con Massa, para salir derrotado finalmente por Mauricio Macri. Scioli prefiere ir a las PASO porque cree en “el poder de la gente para ordenar las candidaturas”. Otro nombre que circula siempre es el de Axel Kicillof, el gobernador de Buenos Aires, de todo el gusto de Cristina, pero que preferiría pelear por su reelección en la provincia, guardándose para una próxima vez, cuando el Frente de Todos esté mejor situado.
Nada está resuelto todavía y la vicepresidenta disfruta su papel de kingmaker, mientras mantiene su disputa judicial y política con la Corte Suprema, que deberá decidir en varios juicios por corrupción contra ella, ya condenada en primera instancia en uno de los casos.
Juntos por el Cambio polarizado... y el factor Milei
Las PASO dan la oportunidad de definir las candidaturas y las listas legislativas, pero no alivian las tensiones al interior de la coalición Juntos por el Cambio (JxC), que tiene a dos fuertes precandidatos disputando la supremacía. Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, ambos del PRO, el partido de Mauricio Macri, están muy cerca en las encuestas y luchan por el apoyo de dirigentes de los otros partidos de la coalición para ampliar al máximo sus posibilidades. Necesitan forjar una opción sólida porque la campaña se avecina despiadada, con el peronismo decidido a usar todas las armas para desacreditar cualquier fórmula alternativa.
Pero tal como pasa en el Frente de Todos, en la oposición tampoco tienen armadas las listas legislativas y no está claro si llegarán a las primarias con fórmulas unitarias. Como ha ocurrido en oportunidades anteriores, en las PASO se aclara el panorama general, pues se miran como una suerte de primera vuelta, antes de las elecciones de octubre y de un eventual balotaje.
Tanto Bullrich como Rodríguez Larreta superan a cualquier candidato del FdT, pero cuando se incluye a Cristina en el listado de cartas oficialistas, estas suman en total más votos que JxC. En cualquier caso, necesitan armar equipos que atraigan electores nuevos o a aquellos que han migrado a la opción del diputado libertario Javier Milei, quien, al no tener competidor en su lista, marca en las encuestas más del 20 por ciento.
El “fenómeno Milei” no debe ser subestimado. Apunta a un electorado hastiado de la política tradicional y atrae a jóvenes que “buscan una voz de rebeldía”, como dijo un analista. Muchos lo han visto como el “Trump argentino”, por su estilo provocador y puntos de vista valóricos, como derogar la ley de aborto o descartar un controvertido programa de “educación sexual integral”. Pero tiene propuestas más radicales que el norteamericano, incluido eliminar el Banco Central, favoreciendo una dolarización de la economía. Si bien cuando apareció en la política se le veía como una opción marginal, algunos analistas le dan ahora posibilidades de pasar a segunda vuelta. Así, con Milei, el panorama político argentino cambió, de un escenario a dos bandas a uno en que hablar de tercios no parece descabellado. Hasta Cristina Fernández se ha referido a ello.
Tras su humillante marginación del acto del 25 de mayo, convocado por Cristina para homenajear a su fallecido marido, Néstor Kirchner, el Presidente Fernández, debilitado y arrinconado, mantiene distancia de la interna, pero no puede evadir su responsabilidad por el rumbo del gobierno argentino, en su peor momento, según muestran diversas encuestas: apenas el ocho por ciento apoya la gestión del Ejecutivo peronista (Opinaia). La mayoría (90%) rechaza la política económica que está implementando, mientras el 70 por ciento cree que la situación puede empeorar, según un sondeo de la Universidad San Andrés. Otras mediciones reflejan que la principal preocupación de los votantes es la altísima inflación, que marcó más del 110 por ciento interanual en abril, seguida por la corrupción.
Con varios ministros del gabinete de Fernández aspirando a encabezar la lista oficialista, estas malas cifras son un lastre para cualquier candidatura. Quizás por eso es que está álgida la discusión acerca de la conveniencia de ir sin una definición a las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), dejando a la vista las debilidades del oficialismo, o establecer un nombre por consenso. El más afectado por el caos económico es el ministro de esa área, Sergio Massa, y como —según las encuestas— es el que mejor marca en el Frente........