De Monroe a Donroe
En los primeros meses de 1824 los chilenos independentistas tomaron conocimiento de la doctrina Monroe con una cierta sensación de alivio. Había sido dictada en diciembre del año anterior por el Presidente norteamericano, James Monroe, ante el Congreso de su país. Pensaban que se alejaba la posibilidad de que España pudiera recuperar sus colonias con el apoyo de la Santa Alianza (Prusia, Rusia, Austria) y recibían el reconocimiento como país independiente por parte de EE.UU.
George Canning, Ministro de Relaciones Exteriores británico, había sido el inspirador de la doctrina al pretender usar a Estados Unidos para sus maniobras políticas en suelo europeo y acrecentar sus intereses comerciales en los países recién independizados. Partícipe de la jugada británica, el Presidente norteamericano elaboró un planteamiento doctrinario, forjado por el expresidente Jefferson, que le recomendó a Monroe: “La primera y la más fundamental de nuestras máximas de gobierno debería ser la de no mezclarse jamás en las complicaciones europeas. La segunda, no permitir que la Europa se mezcle en los negocios de este lado del Atlántico”.
Los chilenos monárquicos que aún subsistían tomaron la doctrina Monroe como “objeto de mofa”, al decir del historiador Encina, por la incongruencia entre el escaso poder de los EE.UU. en esa fecha y el alcance de la doctrina. Sin embargo, otros sospecharon de los motivos norteamericanos, porque “detrás de ella estaba Inglaterra, cuya escuadra superaba a la de todas las demás naciones europeas reunidas”. Entre estos últimos estaban los “estanqueros”, liderados por Diego Portales, de crucial importancia en la formación de Chile.
Al cabo de una década, con nuestra institucionalidad funcionando, la doctrina Monroe no pasó de ser una “curiosidad diplomática sin utilidad práctica” que no impedía el desarrollo del comercio con el Reino........





















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