El fin de la inocencia
Se dice por ahí que el año que agoniza fue uno de contrastes. Que comenzó con el penoso momento de unidad nacional que nos entregó la trágica muerte de Sebastián Piñera, pero siguió, entre otros ejemplos del cambio en el humor nacional, con las controversias y las dificultades para llegar a acuerdos sobre temas tan urgentes como una reforma al sistema de pensiones. Y así, como esa, existen muchas otras evidencias que nos hablan de la diferencia entre lo que se proclama públicamente como buena intención o espíritu constructivo y la mezquina realidad de los hechos y las acciones.
Pero para mí, por encima de cualquier otra cosa, este fue el año en que las chilenas y chilenos terminamos de perder la inocencia.
Quizás hasta el año pasado podíamos seguir pensando que Chile era diferente. ¿A qué? Al resto de América Latina, desde luego. Al resto del mundo quizás. Que aquí entre nosotros no ocurrían casos y cosas que a diario la prensa nos mostraba como la dura realidad de otros lugares. Que aquí se respetaban las instituciones, que quizás había algún que otro funcionario que practicaba el “amiguismo” o que como la Lola Puñales de la copla era “amigo de hacer favores”, pero nunca la corrupción en gran escala, casi como cultura nacional, de otros países. Y por supuesto, la........
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