Quien lleva la batuta detrás del artista no solo administra agendas abrumadoras, compromisos interminables y exigencias profesionales constantes; también asume una tarea mucho más profunda y silenciosa: velar porque la persona —más allá del artista— sea feliz, tenga equilibrio, pueda cerrar la puerta de su casa y sentirse libre, plena, humana. Que encuentre a su lado no solo a alguien atento a las obligaciones, sino a quien pueda ofrecer un abrazo sincero en los momentos de alegría y también en los de angustia.
A lo largo de mi vida profesional he tenido la oportunidad de conocer personas de múltiples perfiles, niveles y gremios. Cada una, sin excepción, deja una enseñanza. El éxito, aunque a veces parezca sencillo desde afuera, está lejos de serlo. Requiere constancia, terquedad bien entendida, enfoque y, sobre todo, disciplina.........
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