No se puede concluir de otra manera cuando, por ejemplo, el Consejo de Estado se presta para conceptuar si alguien cumple con los requisitos para ser postulado por la Corte Suprema de Justicia como candidato a procurador. En eso no debe haber duda, sino abrir la convocatoria y elegir al mejor candidato ¡Vergüenza!
Al examinar el comportamiento de los magistrados, uno se pregunta: ¿Dónde está la grandeza que se requiere para ocupar tan altas dignidades? Ya no se distinguen por sus méritos intelectuales o académicos. Y la situación se agrava cada día, conduciendo a que el ciudadano le pierda confianza en las decisiones judiciales. Es preocupante observar cómo la elección de los magistrados de las altas cortes parece depender más de su poder político que de sus capacidades jurídicas. Y esa politización ha degradado la integridad del sistema judicial, llevándolo a un estado de postración que pone en duda su capacidad para administrar justicia de manera imparcial y competente.
Cuando........