
#OPINIÓN La piel de Dios siempre está limpia #1Nov
Eran cono la cinco de la tarde y desde media hora atrás caía un aguacero diluviano sobre el centro de Porlamar, Las compras habían sido sabrosas y bien acompañadas de ricas empanadas de cazón y una chicha espectacular. El agua paralizó el mercado de María Guevara, los arboles de la plaza declararon su derrota como cobijo y la gente intentaba cubrirse amuñuñada bajo pequeños toldos de vendedores o en las entradas de tiendas cercanas.
Las aceras eran un reguero de bolsas y desperdicios y el agua sucia corría a raudales por la calle principal. Margarita estaba empapada y todo el mundo sentía un fastidio porque la lluvia arruinaba la fiesta de consumo y el ambiente de remate que se respiraba por todas partes.
Inmenso y tranquilo el templo luce solitario. Aunque la tempestad nos sorprendió dentro de una tienda de zapatos y allí podíamos esperar........
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