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El Estado de buena esperanza de la Santísima Virgen

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«He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que significa: Dios con nosotros).»

Isaías 7:14

La expresión «estado de buena esperanza» es, en nuestro lenguaje contemporáneo, un delicado eufemismo para referirse a la gestación, a la maravillosa espera de una nueva vida. No obstante, al aplicar esta locución a la Santísima Virgen María, su significado adquiere una resonancia y una profundidad teológica infinitamente mayores. No es solo un estado físico de preñez; es el estado de la Humanidad en espera de su Redentor. Es la esperanza personificada en el vientre de la mujer más pura.

El Evangelio de Lucas nos relata la escena que define este estado: la Anunciación. El Arcángel Gabriel, cuyo nombre significa “Fuerza de Dios”, irrumpe en la tranquilidad de Nazaret para entregar el mensaje más trascendental de la historia: la encarnación del Verbo.

María, una joven sencilla y humilde, se encontró ante el mayor misterio. La salutación del ángel –»Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»– no fue un simple saludo, sino la confirmación de su elección divina. Ella era, desde antes de la creación, el tabernáculo elegido para albergar a Dios hecho Hombre. Su «buena esperanza» no dependía de la ley natural, sino de la soberanía divina.

El mensaje de Gabriel despejó toda duda y confusión: «Concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su........

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