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«Te he estado esperando», le dijo Satanás a la jueza

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28.11.2025

«Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hizo misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.»

Santiago 2:13

«Aquí les presento una poderosa reflexión sobre la justicia, la corrupción y las profundas consecuencias morales y espirituales de las acciones humanas. A través de una narrativa intensa y simbólica, los confrontaré con la historia de la jueza Elara Vance, un personaje que encarna el abuso de poder y la falta de misericordia. Mi objetivo es destacar cómo su arrogancia y prejuicios la llevaron a una senda de injusticia, explorando no solo las repercusiones terrenales de la maldad, sino también la idea de una justicia superior e ineludible. Este texto sirve como una clara advertencia sobre la responsabilidad individual y la importancia de la compasión en la vida, tanto personal como profesional.»

En los anales de la justicia, pocos nombres inspiran tanto escalofrío como el de la jueza Elara Vance. Durante décadas, su tribunal fue un purgatorio para los hombres, una sala de condenas predeterminadas donde la presunción de inocencia era un eco lejano. Con un semblante pétreo y una mirada que destilaba un odio ancestral, Elara condenaba a veinte, treinta años de prisión sin pruebas sustanciales, solo la innegable verdad de ser hombre. Su preeminencia sobre otros jueces y su capacidad para manipular los procesos le permitía condenar a capricho, una práctica corrupta que utilizaba sin reparos. Además, se rodeó de un equipo de colaboradores a los que llamaba sus «monos voladores», aquellos que se complacían en complacerla. Bajo el principio de obediencia a la autoridad de Milgram y el síndrome del espectador, ninguno de ellos osó llevarle la contraria ni intentó hacerla reflexionar. Todos le rendían pleitesía y cometían injusticias solo porque ella lo ordenaba. Cada veredicto era un martillazo en el alma de los acusados, una venganza personal disfrazada de........

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