Venganza entre mafias

Analizando a Nicolás Maduro, es posible concluir que siempre ha sido un personaje mediocre, con insondables limitaciones, que no tiene ni el carisma ni la audacia de su mentor Hugo Chávez, menos las habilidades para llevar adelante planes guerreristas, como los que hicieron de Joseph Stalin un guerrero temido en esos campos de confrontaciones, especialmente en tiempos de la Segunda Guerra Mundial finalizada en 1945. Pero, eso sí, de ambos refleja la falta de escrúpulos a la hora de cometer actos sanguinarios.

Hugo Chávez no titubeó al momento de darle la espalda a sus compañeros de armas en aquel idílico juramento bajo la sombra del samán de Güere en la ciudad de Maracay. Sobre el destino de aquellas clamorosas proclamas revolucionarias pudiera darnos cuenta el comandante Jesús Urdaneta Hernández, uno de los militares embaucados por Chávez con sus falsas promesas de redimir al pueblo encarnizado de Venezuela. Ya sabemos cómo terminó, apresado y muerto, su compadre, el general Isaías Baduel y el trato que le dio Maduro a su represor estrella, el general Miguel Rodríguez Torres.

Partiendo de esos rápidos datos, es posible asegurar que en lo que sí se asemejan Maduro y Stalin, es en la condición de éste como comisario político en el Ejército Rojo, desde donde logró sofocar y purgar a todos los grupos que le hicieran sombra o peso dentro de la estructura del partido comunista. Un ejemplo para........

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