Hasta ahora, todos los trucos instrumentados por Nicolás Maduro y sus asesores, les han salido con muy malos resultados. Calcularon, erróneamente, que la inhabilitación de María Corina Machado la sacaría del radar de los votantes. Que esa mujer sería paralizada por semejante arbitrariedad, y entonces Maduro quedaría solito en el terreno electoral. Se volvieron a equivocar de banda a banda. Lo que se ve en todo el país es a una mujer transformada en un benigno huracán que estremece todos los pueblos a donde acude y es recibida, “contra viento y marea”, por multitudes desbordadas de fervor, entusiasmo y esperanza.
Veamos la primera inmensa diferencia con lo que reflejan las visitas de Maduro al interior de Venezuela en comparación con las movilizaciones que encabeza María Corina. Cuando ella, por ejemplo, recorrió las localidades del estado Trujillo, nadie se quedó en sus casas. Eran evidentes e impactantes las multitudes que se aglomeraron en las vías públicas de Valera, Sabana de Mendoza, Betijoque e Isnotú. Aquello era un festival de alegría que contagiaba a todo el mundo y proyectaba a todos los observadores dentro y fuera de Venezuela, la determinación de una ciudadanía de seguir adelante, sin reparar en los obstáculos que aviesamente coloca en esa ruta electoral el régimen que se nota moribundo. Cuando recientemente Maduro visitó el estado Trujillo todo era despoblado, aquello parecía un desierto. Maduro aparecía como una figura espectral encaramado en una unidad rodeado de agentes policiales y escoltado por vehículos de su aparato de seguridad. Desde las aceras la........