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El mundo lo tiene claro: el gobierno que oprime a Venezuela no es un gobierno, sino un cartel narco-terrorista que amenaza la estabilidad global y muy especialmente la seguridad de nuestro hemisferio. No son especulaciones, ni una campaña orquestada por oposicionistas, tal como se defienden, argumentando con ese guión desgastado, los voceros de la corporación criminal que dirige Nicolás Maduro. Lo han confirmado desde la OFAC, conjuntamente con los Departamentos del Tesoro y de Justicia de los EE. UU., asimismo la Fiscal Pam Bondi y en las últimas horas el Director de la Administración del Control de Drogas (DEA), Mr. Terry Cole. Las pruebas son contundentes. Responden al seguimiento continuado que se viene realizando desde hace muchos años. Basta citar lo dicho recientemente por el Secretario de Estado Marco Rubio: “Nicolás Maduro no es el presidente legítimo de Venezuela, es el líder del Cártel de Los Soles”.
Las democracias de América, conscientes de esta verdad, deben actuar con urgencia para neutralizar esta red criminal que trafica drogas, oro y petróleo, mientras somete a nuestro pueblo al sufrimiento y la miseria. Estamos en presencia de una mafia que se apoya en las instituciones del Estado venezolano para acometer todas esas andanzas, que no se limita a meter miles de toneladas de cocaína a los espacios estadounidenses, porque al mismo tiempo que trafican drogas, se dan otras operaciones entrelazadas con terroristas y bandas delincuenciales plenamente identificadas.
No son rumores, son hechos ciertos, como que la Rampa Presidencial número 4, dispuesta para el uso exclusivo del Presidente de la República de Venezuela, fuera utilizada para la salida de un avión DC 9, el día 11 de abril de 2006; nave que no transportaba pasajeros, pero sí volaba con más de 5.000 kilos de........