La gratitud no prescribe |
La gratitud no tiene fecha de caducidad. No vence con el tiempo ni pierde validez porque una relación haya terminado o porque la vida haya tomado otros rumbos. Sin embargo, ocurre con frecuencia: pasan los años, cambian los escenarios, y pareciera que el bien recibido se borra de la memoria. Como si aquello que un día sostuvo, ayudó, abrió puertas o alivió cargas dejara de existir solo porque ya no resulta conveniente recordarlo.
La gratitud auténtica no depende de la cercanía, de la utilidad ni de la permanencia de los vínculos. Depende de la honestidad interior. Agradecer es reconocer que no todo lo que somos y tenemos lo construimos solos. Y ese reconocimiento, lejos de restar valor, nos humaniza y nos madura........