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Para recordar a Cortázar | Columna de Tita Cepeda
Como un juego, comenzó a descubrir la vida, mientras caminaba y brincaba por las calles del Barrio Banfield (Buenos Aires), uno dos, uno dos. y se inventaba Rayuela. “Si por casualidad me fallaba el salto, sentía que algo andaba mal, que no había cumplido con ese ritual. Viví obsesionado por esa ceremonia, porque era una ceremonia”. Cortázar mezcló su vida y la que vio, en sus libros, que acabaron por parecerse a su vida, todo laberintico, todo impredecible, de ir de un lado para otro y dictar clases. Cuando todavía no era Cortázar En Chivilcoy, al sur de Buenos Aires, pasó a Mendoza, a hacerse cargo-de tres cátedras de literatura francesa, “al fin puedo enseñar lo que me........
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